Si se pudiera pensar en un lugar que sea lo más parecido al paraíso en
la tierra, de seguro que Punto Norte encabezaría cómodamente la lista. Era
difícil olvidar aquellas playas de ensueño de arenas tan blancas y mar tan
maravillosamente azul. Así se le venía a la mente a Sol cada vez que recordaba
esa experiencia, ese viaje tan inolvidable que nunca había imaginado que podría
realizar. El cómo ella y su hermana Estela habían logrado llegar hasta allí,
pudiendo finalmente cumplir un sueño largamente acariciado por ambas, no era
ahora lo más importante sino el poder conocer con más detalles todos los
pormenores relativos a esta aventura. A Sol le gustaba comenzar su relato
contando que recordaba haber llegado en una embarcación a aquella hermosa playa
cubana llamada Punto Norte, junto a un numeroso grupo de personas que, al igual
que ella, habían pagado especialmente para ir hasta ese increíble lugar que
pocos se querían perder de conocer. Y fue apenas poner el pie allí, y sentir la
brisa del aire costero en su rostro, para así perderse contemplando aquella
playa de arenas tan hermosamente blancas que parecían de cristal y mar tan
profundamente azul que semejaba como de diamantes. O al menos así le pareció a
Sol. Ella se quedó contemplando anonadada el paisaje. Aún el cielo límpido
parecía acompañar toda esa armonía allí desplegada con un azul delicado y
sublime.
El sueño de toda su vida cumpliéndose allí, en aquel instante, en ese paraíso en la tierra llamado Punto Norte. Lo único que Sol lamentaba profundamente era que sus padres no pudieran estar allí con ella, y su hermana, disfrutando de ese lugar tan extraordinario.
Cuando yo le pregunté a Sol el por qué no habían viajado sus padres, ella
no me lo supo responder. Su relato me resultaba tan interesante que no presté
atención a ese curioso detalle, ni tampoco a ciertas inconsistencias que de
este afloraba. Hasta ese punto yo aún no entendía a qué apuntaba su historia, o
hasta dónde pretendía llegar. De todas maneras no tardaría mucho en saberlo.
Entonces Sol volvió a contar que conocer aquel bello lugar era algo que
había soñado por mucho tiempo y que trabajar por poder cumplir nuestros sueños
era algo muy bueno. Que había que luchar por eso, no darse por vencida porque
hacer el esfuerzo realmente valía la pena. Luego ella volvió a meterse de lleno
en su relato, de cuando pisó por primera vez aquella playa. Ese lugar tan
hermoso de arenas tan blancas que parecían de cristal, y el mar era de un azul
tan profundo y delicado, y era todo aquel paisaje tan luminoso que parecía que
nunca se haría de noche. La brisa le acariciaba tan suavemente la cara que
apenas se percibía. Fue en aquel instante en que Sol anheló con todas sus
fuerzas quedarse allí, en Punto Norte para siempre. Pero ella sabía que eso no
podría ser. Porque tenía que volver a su casa, que tenía que volver a trabajar.
Ahí sucedió cuando la joven Sol iba caminando por el pasillo que conducía a la
salida de ese complejo de playas, acompañada por Estela, su hermana, en que se
lamentó por no tener su teléfono con cámara a mano para poder fotografiar esa
maravilla de lugar, para luego poder mostrar esas imágenes a todos sus amigos y
familiares. Entonces Sol se volvió hacia su hermana y le preguntó si no tenía
su teléfono a mano, pero Estela tampoco lo traía consigo. Ambas habían olvidado
sus respectivos teléfonos en el hotel. En ese momento a Sol se le ocurrió mirar
por los ventanales del pasillo que tenían una gran vista a la playa. Sin
embargo al mirar observó con gran decepción que ya estaba oscureciendo y la
vista de aquella hermosa playa se veía desdibujada, opaca, como si se estuviera
borrando. De pronto volvió nuevamente la vista hacia Estela, y ya no la vio…
Azorada, completamente en shock Sol me contó que seguido a eso no
recordó nada más, como si algo extraño le hubiera borrado la memoria. Pero eso
no fue todo. Luego cayó en la cuenta que no recordaba tampoco cómo había
llegado hasta ese lugar llamado Punto Norte. Aunque lo que le resultaba más perturbador
eran no solo sus lagunas mentales sino que tampoco recordaba haber viajado a
ningún lado, y aún sus padres y su hermana Estela corroboraban el hecho de que
Sol no se había movido a ninguna parte ni siquiera dentro del país, en los
últimos cinco años. Es ahí cuando Sol me relató que luego de la escena en que
salía de la playa por un pasillo, lo siguiente que logró recordar fue haberse
despertado aquella mañana de septiembre en la cama de su cuarto, y no entender
nada. Recordó también, que estaba con licencia médica de su trabajo en el patio
de comidas del aeropuerto internacional, en donde todos los días veía y oía a
los aviones aterrizar y despegar. Y a
ella le encantaba trabajar allí justamente por el placer de ver los aviones y soñar
con viajar en uno de estos, además de que estaba juntando dinero para poder
hacer su viaje soñado. Pero desdichadamente para ella, su salud le jugó una
mala pasada, una vez más. Además de que su licencia se hacía cada vez más
prolongada y entonces temía que quizás ya no podría volver a ese trabajo; que
tal vez cuando mejorara su cuadro tendría que buscar algo más tranquilo, algo
que su cuerpo resistiera, para no recaer. Así fue que Sol se quedó pensando un
largo rato en aquello tan extraño que le había sucedido. Antes de compartir
aquel suceso con su familia, y conmigo, se quedó perpleja tratando de descifrar
que si realmente, de alguna manera ella había sido transportada a aquel lugar
que se parecía a un paraíso, o si era verdaderamente El Paraíso, y ese lugar
estaba fuera de este mundo, o dimensión. Y que Punto Norte estaba allí, ubicado
en aquel sitio impreciso y desconocido. Sin embargo, como Sol no era tan
inclinada a creer que la gente pudiera tener ese tipo de experiencia trataba de
encontrarle una explicación racional, y entonces pensó que tal vez era su mente
que la engañaba con un recuerdo falso, porque la mente humana muchas veces nos
tiende trampas, afirmaba Sol con mucha convicción, aunque muy rápido aclaraba
que ella siempre era muy creyente en Dios y en el cielo, y que nunca dejó de
ser creyente, que ella es una persona de fe. Pero a pesar de esto Sol afirma
que aún la fe debe tener una cuota de racionalidad, para que esta sea
consistente y no se nos vuelva en contra.
Así fue que Sol se quedó a mitad de camino entre la explicación racional
y la no racional. Porque Sol por momentos te decía que ella de alguna manera
había “viajado” o “algo así”, a ese lugar que tal vez no se encontraba en este
mundo, al dormirse tan profundamente por causa de su problema crónico de salud,
a cambiar de idea y luego asegurar que solo era un sueño como cualquier otro,
aunque condicionado tal vez, sí, por su salud y por haber trabajado tanto
tiempo en el aeropuerto, y haber visto todo el tiempo aviones aterrizar y
despegar. Entonces, si ella “viajó” realmente a un lugar llamado “Punto Norte”
sería una gran incógnita. O, si por el contrario, todo aquello ¿pudo haber sido
una trampa que le tendió su mente? Tal
vez sí, tal vez no... ¡Quién sabe!